Del 29 de noviembre al 3 de diciembre de 2009
San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Centro Cultural de los Altos, Ex-Convento de Santo Domingo.
Cuenta una de entre muchas leyendas que después de una batalla que libraron las formas del cosmos contra el caos, el agua (Yam), que tenía el ambivalente significado de ser dadora de vida, pero también destructora, perdió la lucha, se replegó y entonces surgió el primer montículo de tierra en el que por primera vez se reveló la deidad (Baal). La dualidad bien-mal, es indisoluble, común a todas las tradiciones La china (el ying y el yang), la griega antigua y la cristiana por ejemplo. Sin el mal no podría existir el bien. Aunque ninguno de estos dos valores es absoluto, la carga benéfica o maléfica de signos, personajes, actitudes, costumbres, depende de cada cultura y de cada tiempo histórico, pero el mal siempre ha sido un atractivo capital para el ser humano: es lo prohibido, la tentación, lo excitante, lo cautivador, al mismo tiempo que necesita apartarlo de sí, protegerse contra él, castigarlo. Su representación tiene igualmente esa ambivalencia: se le emplea para educar, para mostrar lo indebido, para aleccionar y, al mismo tiempo, para atraer, para provocar, para motivar. Se usa el mal como medio de control de las sociedades, como instrumento de descalificación y marginación, incluso en sociedades secularizadas. Pero también se usa como medio de creación: nada despierta más la creatividad y el interés del ser humano que lo maligno, o lo prohibido.
El propósito de este coloquio es exponer las diversas manifestaciones artísticas en torno al mal, las cuales podrían agruparse en las siguientes mesas:
1. El concepto del mal. Las concepciones del mal a lo largo de la historia. La satanización o demonización del otro y de uno mismo: el indio, el negro, la mujer, los inmigrantes, extraterrestres, animales fantásticos (dragones) y reales (vampiros y serpientes) Los tratados de brujería, los grimorios. Poseídos y visionarios. La prostitución (de sagrada a satanizada). La violación, el incesto. El mal interior y psicológico (Freud, Baudelaire y Rimbaud), el odio, la venganza.
2. La representación del mal. Artes plásticas, artes escénicas, literatura, música. Las distintas caras del mal: el demonio (y sus diversas concepciones), personajes malignos; los pecados (el retablo de los Pecados Capitales de la parroquia de Santa Cruz, Tlaxcala), psicomaquias (capilla abierta de Tlalmanalco), alebrijes. Danzas propiciatorias. Los dioses malignos (algunos aspectos de los dioses de la muerte). El pecado original (Juan Correa, Ángel Zárraga). Los que comen inmundicias, según los códices relativos a la cultura mexica. El cine negro. La trivialización y ridiculización del mal: diablos de pastorela, vampiros fracasados, etc. Representaciones escatológicas y apocalípticas, el infierno y el purgatorio La representación de los castigos terrenales (grabados de Antonio Tempesta). La representación de los castigos infernales (Dante y sus diversas interpretaciones artísticas, como las ilustraciones de Doré); los infiernos novohispanos (Cristóbal de Villalpando, los cuadros de Ánimas del Purgatorio)
3. La dimensión y función social de las representaciones en la estética del mal. El manejo ideológico y político de las representaciones en diferentes contextos históricos y sociales, el uso de la imagen como amenaza afectiva, medio de represión mental colectiva; es decir se invita al análisis de la estética del mal como instrumento útil para ejercer poder sobre los fieles de una religión, de una corriente política o de un grupo social; como por ejemplo las visiones escatológicas en las religiones cristianas, o los castigos infernales (ilustraciones de La Divina Comedia), las visiones de las enfermedades causadas por la magia en la cultura y política prehispánica (el nagualismo como instrumento de control social y de lucha contra los enemigos), las visiones del inframundo, su representación en el mundo moderno (Pedro Páramo), la descalificación del enemigo político por esquemas visuales del mal (transiciones entre las iconografías religiosas y políticas), incluyendo la represión de la emancipación de la mujer por la figura de la femme fatale, o el perfil de la ciudad diabólica, degenerada (el tópico de Babilonia) como legitimación de su destrucción en actos bélicos y terroristas. En estos y otros contextos, la estética de lo malo es un modo de creatividad artística cuyos productos fascinan el público, desde los peregrinos medievales hasta los cinéfilos del siglo XX.
Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM
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