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Carlos García Estrada
Teresa del Conde
tdconde@mx.inter.net
Este grabador mexicano jamás ha quitado
el dedo del renglón respecto de su quehacer; con
toda la razón del mundo cree en la importancia de
la tradición gráfica en todos los países
y específicamente en México. Es un artista
que sin duda ha marcado el decurso de la gráfica contemporánea
mexicana, ha formado decenas de grabadores que como
Nunik Sauret- son a su vez responsables de los nuevos
eslabones que ofrece esta cadena.
Tuvo muy buenos maestros de grabado, entre ellos Mariano Paredes, quien impartía
sus lecciones en las pérgolas de Chapultepec, justo donde desde 1964 se
encuentra el Museo de Arte Moderno. También conoció a Leopoldo
Méndez y a Alberto Beltrán, por lo que su despunte, a mediados
de los años cincuenta, se encontró permeado todavía por
presupuestos propios del figurativismo de la Escuela Mexicana.
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En los setenta tempranos obtuvo una beca para estudiar en Francia
y eso marcó su viraje hacia la vena que vino a caracterizarlo. Se asimiló al
famoso taller de Stanley William Hayter en París; a su regreso no sólo
se mantuvo como artista creativo de relevancia, sino que impartió cursos
en varios ámbitos: en La Esmeralda y en talleres del interior de
la República, como el que se abrió en honor de Erasto Cortés
Juárez en Puebla, que funciona también como
museo de grabado.
García Estrada, entre otras aportaciones notables, ha sido un maestro
consumado en el medio denominado “puntaseca”, cuyos alcances cúspide
en la Historia del Arte quizá estén representados por Durero, Rembrandt,
Whistler, Mary Casat, Picasso. En México Francisco Toledo ha sido exponente
fundamental, al trabajarla en exclusiva o en técnica mixta combinándola
con aguafuerte o mezzotinta, al igual que lo hace
el artista objeto de estas líneas.
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La puntaseca (Drypoint) pertenece a la
familia de los intaglios; es un método muy directo y totalmente manual que requiere de un dominio
absoluto del dibujo. Además, la aguja que rasca la plancha de metal va
desplazando las rebabas en vez de removerlas, de este modo la línea
de la puntaseca es desflecada, efecto que quien la maneja bien sabe aprovecharla
al máximo. La puntaseca no necesita, como el aguafuerte, la intervención
del ácido y su resultado en la impresión es aterciopelado, con
dosis extremas de claroscuro, como si se tratara de dibujos tonales impresos.
Otra de sus características es que no permite sino un número limitado
de impresiones, al contrario de, por ejemplo, la litografía.
En 2004 la Bienal Tamayo fue convocada para la presentación de obra sobre
papel. Carlos García Estrada fue no sólo seleccionado sino premiado,
debido a la excelencia de sus trabajos en este medio: impresiones cuidadosísimas
en papel de formato amplio: 1,87 x 75, orquestadas en sentido descendente. Desde
el punto de vista formal, dio un viraje, pues las formas no son tan abstractas
como en anteriores trabajos suyos: se trata de formas orgánicas, de toque
fitomórfico, que a la vez evocan organismos
antropomorfizados.
Inserción en Imágenes: 09.03.06.
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