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El
Tajín: en busca de los orígenes de una civilización
Jorge Angulo Villaseñor*
chapanjo@avantel.net
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Hemos
oído y leído mucho sobre El Tajín
(situado a dos leguas al poniente del pueblo
de Papantla), desde que en 1785 don Diego Ruiz,
visitador de las empresas tabacaleras de aquella época,
encontró dentro del espeso bosque tropical
de la costa del Golfo una impresionante pirámide
de varios cuerpos cubiertos de hierva, broza
y hojarasca bajo un sinnúmero de árboles
cuyas raíces sacaban, de la estructura
piramidal, los sillares de piedra labrada que
constituían la escalera central y los
cuerpos colaterales de esa fabulosa estructura
piramidal que posee una extensa serie de nichos
que la caracterizan.
Después
de muchos litros de tinta vertidos en palabras
sobre varios kilos de papel y el uso de machetes,
palas, cucharillas, brochas de diversos tamaños
y demás instrumentos requeridos para
el trabajo de más dos siglos de diversas
intervenciones arqueológicas y literarias,
el doctor Arturo Pascual Soto se enfrentó a
las múltiples incógnitas que habían
ocasionado las tempranas incursiones efectuadas
en el sitio, en las que se proclamaba, en una
serie de publicaciones que inundaron el mercado
literario, a veces mal informadas o con conocimientos
parciales e ideas contradictorias que abordaban
el tema a diversos niveles de profundidad.
Estamos conscientes de que aún entre
los especialistas se debate la colocación
cronológica del inicio de esta extraordinaria
ciudad prehispánica, a la que algunos
le atribuyen haber surgido de la nada, antes
de alcanzar ese esplendoroso desarrollo cultural
que ha quedado reflejado en su diseño
urbano, en su arquitectura, relieves, escultura,
pintura y otras muestras de un arte y una cultura
que ahora, se dice, fueron concebidos y difundidos
por toda Mesoamérica durante el llamado
periodo del Epiclásico, ocurrido entre
los años 900 a 1200 después de
nuestra era.
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Como
preámbulo a su meticulosa investigación, el
doctor Pascual Soto explica con claridad que El Tajín no
fue una ciudad única, aislada y autosuficiente económica
y culturalmente, sino más bien el centro nuclear que controlaba
muchas o casi todas las poblaciones que se situaban entre las
cuencas de los ríos Cazones y el Nautla, y aproximadamente
desde la sierra de Puebla hasta la llanura costera de Veracruz.
Sitios en los cuales se localizan y se han registrado extensas áreas
habitacionales con monumentos piramidales, juegos de pelota y
otras estructuras arquitectónicas en las que aún
se conservan fragmentos de muros y relieves esculpidos y con huellas
de haber estado pintados en colores rojo, azul, verde, amarillo
o con diseños simbólicos que se conservan en el
exterior y en su interior.
La
investigación del doctor Pascual Soto vertida en este libro
sobre El Tajín no se limita a remarcar los detalles escultóricos
o de sus relieves, ni cae en la repetición de los valores
estéticos de su impresionante arquitectura, tantas veces
descritos y adornados con las más espectaculares fotografías
que caracterizan a los muchos trabajos que la preceden.
Sin menospreciar las ilustraciones de esta publicación,
se enfatiza que el gran valor del libro lo respalda las casi dos
décadas de investigación de campo y de gabinete
realizadas en el área señalada y las exploraciones
estratigráficas efectuadas en cada sitio en las que, con
su consabida responsabilidad y el apoyo de un extenso grupo de
sus estudiantes, liberó y consolidó las estructuras
urbano-arquitectónicas de Morgadal Grande, Cerro Grande,
La Concha, Vista Hermosa y otros sitios del patrimonio cultural
que compartían el mismo sustrato cultural que El Tajín.
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Durante
las varias temporadas de exploraciones y reconocimientos
de superficie, Arturo Pascual Soto y sus alumnos pudieron
detectar con mayor firmeza las suposiciones que arqueólogos
como García Payón, W. Du Solier y otros, después
de realizar las primeras exploraciones sistemáticas
en este y otros sitios de la costa del Golfo entre las décadas
de los años cuarenta a los sesenta, habían
propuesto que pudo haber una ocupación cultural durante
el Preclásico Medio (ca. 900-500 a.C.) y
otra ocupación posterior, en la que encuentran materiales
que pudieran asociarse con los de la cultura teotihuacana
de las fases Tlamimilolpa tardío y toda la etapa
Xolalpan (450-750 d.C.).
La semejanza de los materiales cerámicos localizados
bajo el piso de algunas plazas en Morgadal Grande, explorados
por Pascual Soto, comparados con los obtenidos por el doctor
Jeffrey Wilkerson en Santa Luisa, situados sobre la desembocadura
del río Tecolutla sobre la costa del Golfo, confirman
la presencia de grupos tempranos en ambos sitios. Mientras
tanto los tiestos cerámicos encontrados sobre las estructuras
arquitectónicas del mismo Morgadal Grande, aunque denotan
la existencia de relaciones comerciales y culturales con la
gran urbe teotihuacana, reflejan una continuidad cultural sin
interrupción desde uno o dos siglos antes de la era
cristiana desde el Proto-Clásico y el Clásico
temprano, (100 a.C. a 300 d.c.), como antecedente a la época
en la cual toda la región alcanzó una plenitud
y apogeo culturales, bajo el predominio socio-político
de El Tajín durante el Epiclásico.
Las sólidas investigaciones que el doctor Pascual Soto
hace en la región norte y centro del estado de Veracruz
rompen con el trillado enigma sobre “la repentina insurgencia
de las culturas arqueológicas” que ha dado pie
a tantas especulaciones seudo-científicas sobre las
formas de obtención, elaboración y manejo de
materiales constructivos, utilitarios y suntuarios que quedan
como evidencia del lento pero constante desarrollo cultural.
Sin embargo, el autor confirma que “durante el Epiclásico
(entre los años 900 a 1200 d.n.e.) se desarrollaron
nuevas técnicas y el uso de materiales que permitieron
techar espacios más amplios, a través de losas
fabricadas con mortero de cal y grava de piedra pómez
o de arenisca, apoyadas sobre masivas columnas de piedra”.
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Los miles de tiestos cerámicos localizados en calas
estratigráficas, que meticulosamente fueron situados
y registrados en el contexto cultural correspondiente a
Morgadal, Cerro Grande y El Tajín, le permitieron
a Arturo Pascual Soto y a su equipo de estudiantes y de
investigadores en varias disciplinas antropológicas,
sintetizar toda su investigación en una serie de
tablas en las cuales expone la cronología de la región,
comparada con las fases del desarrollo teotihuacano. También
señala la frecuencia y abundancia de la tipología
cerámica a lo largo de las cuatro principales fases
de los cambios ocurridos desde el inicio de la era cristiana
al año 1100 después de nuestra era, tablas
muy útiles para investigaciones futuras.
En este aspecto técnico y metodológico el doctor
Pascual incluye seis apéndices en los cuales sintetiza
la información arqueológica obtenida en Morgadal
Grande:
- Cortes y perfiles estratigráficos de las
calas para señalar los cambios en los suelos
en su formación natural y cultural.
- Diez y nueve tablas con la posición estratigráfica
que ocupan las muestras edafológicas localizadas
en las excavaciones efectuadas en el mismo sitio.
- Un catálogo de los perfiles cerámicos
recopilado de las vasijas o fragmentos de vasijas
obtenidas en la exploración, separándolas
por etapas cronológicas.
- Una tabla en donde sitúa las puntas de flecha
y navajillas de obsidiana en el lugar de su encuentro
y nivel cronológico-estratigráfico.
- Una tabla identificando la clase-orden, nombre
científico y popular de las osamentas de animales
localizadas en los estratos cronológicos de
su ocupación.
- Los resultados de los laboratorios que mandó realizar
a más de treinta fechamientos por radiocarbono
de materiales procedentes de diferentes edificios
para “amarrar”, como se dice entre arqueólogos,
la información cronológica.
- Añade el doctor Pascual en la última de
sus tablas una información poco usual pero de
suma utilidad para futuras investigaciones, en la cual
resume la orientación de ciertos edificios de
Morgadal con alguna de las constelaciones, estrellas
o sucesos astronómicos que pudieron ser observados
durante la fase constructiva en la que fueron edificados.
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En una sección de más de
cincuenta páginas que incluye más
adelante, el autor describe, analiza y sitúa
cronológicamente la gran variedad
de tipos cerámicos localizados estratigráficamente
en las calas efectuadas en Morgadal Grande,
y establece una tipología regional
de la etapa formativa (150-300 a.C.) que
abarca otros sitios sobre la costa y las
laderas serranas hasta la Huaxteca. Asimismo
clasifica las muestras cerámicas
de sus calas correspondientes al Protoclásico,
definiendo con detalle una tipología
que, hasta cierta forma, es un tanto coincidente
con la temprana fase Tzacualli de Teotihuacan
(0-150 d.C.).
Dedica cerca de cuarenta páginas a su análisis
descriptivo, interpretativo y conceptual sobre el periodo
Clásico temprano y medio, al cual considera como
un embate de “la modernidad teotihuacana”,
en la que describe con gran detalle la tipología
cerámica que pulula en la extensa región
aluvial de Coatzintla, entre las cuencas de los ríos
Cazones y el Tecolutla, clasificada como la fase Cacahuatal
en esa región costera.
El minucioso análisis de los miles de tepalcates
que se acostumbra realizar en todas las excavaciones
no le resultó tan aburrido, como sucede en otros
sitios, ya que en los soportes de las vasijas de esta
región el diseño de espirales, ganchos
y volutas que han caracterizado el llamado “estilo
tajinesco”, también conocido como “volutas
totonacas”, se convierte en el diseño más
abundante de la etapa “Cacahuatal” (350-600
d.n.e.), que resulta ser contemporáneo a la fase
Tlamimilolpa tardío y Xolalpan de Teotihuacan,
tanto como a la fase “Esperanza” de Kaminal-Juyú en
Guatemala donde se encontró, en un espacio funerario
compartido con objetos rituales y otros materiales identificados
como teotihuacanos, un espejo de pirita grabado con esos
diseños procedentes del golfo.
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Con tal consideración, el doctor Pascual
Soto recopila de las investigaciones de otros
colegas que trabajaron la región central
del estado de Veracruz, especialmente en El
Pital, Matacapan y otros sitios a lo largo
de la cuenca del río Nautla y la sierra
de los Tuxtlas, para señalar la existencia
de un constante intercambio socio-político,
comercial y demás aspectos culturales
que se extendían, a través de
diferentes rutas de comunicación entre
los Altos de Guatemala, el Altiplano Central
y la Costa del Golfo. En
cuanto a las antiguas proposiciones de que
El Tajín surgió a consecuencia
de la caída de Teotihuacan, el doctor
Pascual Soto y su equipo detectaron en los
estratos más bajos o antiguos de
las exploraciones realizadas en Morgadal,
Cerro Grande y El Tajín que, durante
ese largo proceso de transformación
regional, “el influjo civilizatorio
teotihuacano” (como lo llama Arturo
Pascual), no fue tan fuerte en la región
norte de Veracruz como en la parte central,
donde se sitúa Matacapan y la Sierra
de los Tuxtlas, llegando hasta la zona maya.
Añade el doctor Pascual Soto que desde
el final de la etapa Cacahuatal y la primera
fase del periodo Isla (Isla A), equivalente
a la etapa Xolalpan tardío-Metepec
(650-750 d.C.), El Tajín pasa por una
etapa de reorganización político-económica
que origina el auge cultural en el que yugos,
hachas, palmas y otros elementos asociados
a los juegos de pelota, acompañados
de objetos y enseres cerámicos y de
otros materiales cubiertos por los clásicos
entrelaces del sistema sígnico, que
por años se les ha atribuido proceder
de El Tajín, se extienden por una gran
parte de Mesoamérica.
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Finalmente, el autor del libro considera que
fue “hasta ya entrado el siglo IX” d.n.e.
cuando se infiltra el grupo Totonaco, ocupando
el litoral del Golfo hasta la sierra de Puebla
(donde se localiza Yohualichan y otros sitios),
sin que se haya logrado definir el papel que
jugaron los grupos totonacos y huastecos durante
este evidente desarrollo cultural que ha sido
clasificado como el Epiclásico. Un
periodo correspondiente a la etapa en la que
hay evidencias de incursiones de conquistas
expansionistas que se reflejaron en la proliferación
de los juegos de pelota, la ocupación
de otros espacios urbanos y en la modificación
de algunas estructuras arquitectónicas
en las cuales se instauran gruesas columnas
labradas con relieves descriptivos de las
victorias del líder guerrero y dirigente
político sobre los pueblos conquistados.
Hasta aquí el análisis de los
elementos arqueológicos que Arturo
Pascual Soto hace de sus excavaciones en la
región.
Inserción en Imágenes: 29.06.07.
Foto de portal: Uno de los soportes de un vaso trípode
cilíndrico en Morgadal Grande, ca. 350-600
d.C.
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