Del 9 al 11 de octubre de 2012
Ciudad de México, Museo Nacional de Arte, INBA.
El debate acaecido en las últimas décadas en torno a los estatutos de la imagen y sus procesos icónicos, la discusión reflexiva de los llamados giros (turns), ya sea en su modalidad de pictóricos (J.W. Mitchell), icónicos (G. Boehm) o visuales (A. Dalle Vacche) ha interrogado los límites y alcances de la historia del arte. Las artes visuales no se han mantenido al margen de estos desarrollos. Los giros también han llamado la atención disciplinar, ya que se centran primordialmente en el estudio de las imagen, la manera en que han sido re/creada, re/transmitida y re/percibida al desplazar la atención del lenguaje a la imagen. La imagen entendida como una manifestación icónica inmersa en su orden inmanente, ya sea como representación visual o como instrumento de conocimiento y comunicación al reconocer su estatuto de objeto y artefacto.
Una imagen es una interacción entre visualidad, aparatos/artefactos, instituciones políticas y discurso que existe no sólo en el momento de su creación. Su manifestación, impacto óptico, recepción visual e introspección mental, también han de considerarse. Como habrá de serlo la mirada del espectador cuya interpretación decodificadora no está necesariamente ligada a una lectura textual, ya que los estatuos (regímenes establecidos de reglas y funciones) con los que ha transitado la imagen en el espacio y el tiempo no han sido los mismos para culturas, sociedades, individuos y disciplinas.
Hoy debatimos el estatuto de la imagen como "el núcleo duro de la historia del arte" y es incuestionable que ahora también nos interesamos en el mismo objeto de estudio con otros campos y las nuevas disciplinas en un mundo dominado por imágenes. Este nuevo acercamiento hacia los procesos generadores de imagen nos llevan a proponer un tema en lugar de un problema, a manera de preguntas: ¿que es una imagen y qué ha representado? ¿cómo se muestra y qué nos muestra? Aun más, ¿cómo se concibe y cómo funciona al estar situada en una posición conceptual central despojada de paradigmas lingüísticos?
En este coloquio abordamos las características y circunstancias propias de la producción icónico-visual para entender mejor los modos en los que la imagen se materializa en el proceso, el camino que sigue y los cambios que suceden desde su concepción (interior) hasta su manifestación (exterior), y desde ésta hacia el sujeto que la percibe para reconstruirla en su interior.
Mesa I. Modelos de visión: simulación y representación
La percepción se estructura a través de principios culturales que constituyen y hacen visible la imagen. Por ejemplo, pensemos en el modelo de la perspectiva en el Renacimiento que se justifica a través del concepto de similitudo (semejanza) para simular una realidad que es percibida desde el punto de vista del sujeto/ espectador. Ello sirvió como un criterio de visibilidad que determinó las formas de representación de la imagen, como preescrito por las premisas impuestas de un modelo visual geométrico que actúa como herramienta de persuasión para crear una realidad virtual.
Modelos estructurales tales como el amoxtli y códice, el diagrama (visión total o sintética), la cartografía, el paisaje, la anamorfosis, modelos que favorecen un universo visual alternativo, más científico y objetivo (como en la pintura holandesa del siglo XVII), la proyección arquitectónica (planos) y las imágenes digitales son otras maneras en las que la imagen se forma y conforma. La forma en la que se manifiesta y se adhiere a una lógica icónica particular para presentar la constitución de su sentido es otro tema que merece ser abordado: los diferentes estilos o movimientos de vanguardia que, a través de órdenes de representación, constituyen la imagen y su construcción (color, luz, aroma, etc.).
Mesa II. Tecnologías de la imagen: artefactos y performatividad
Los artefactos que transforman y alteran las condiciones bajo las cuales la visión humana se articula y sus múltiples técnicas han servido a la humanidad desde la Antigüedad como medio de expresión, reflexión y de visualización. Los diferentes medios que permiten hacer visibles a las imágenes, desde instrumentos ópticos (espejos, microscopios, telescopios, cámaras obscuras, aparatos fotográficos), pantógrafos, cinemascopios hasta electrónicos y digitales apuntan a reflexionar sobre categorías como original y copia, verdadero y falso, real y virtual. De igual forma, la escenificación o puesta en escena de la imagen debe tomarse en cuenta: su contexto y las construcciones auxiliares que desencadenan su potencialidad para hacerla visible y actuante en su representación. La energía que posee la imagen llega a manifestarse a través de su activación, pensemos en la maquinaria teatral (deus ex machina), y en todos aquellos instrumentos y recursos materiales (incienso, agua) que generan o dirigen la mirada o determinan a la acción dentro del espacio ritual (arcos triunfales). El acto peregrinatorio a través de lugares (sacromontes), danza (gestualidad corporal), hasta las instalaciones de los actos performativos y happenings son temas que explora esta mesa.)
Mesa III. Procesos rituales, mágicos y religiosos: del ícono al imago
Para los griegos el icono (εικών) era propiamente ya una imagen, en el sentido de que, por una operación de mimesis, el objeto guardaba un principio de semejanza, respecto a su arquetipo u original. Los romanos reformularon la idea de que la imagen era una alteridad física, un objeto material con funciones vicarias. No era un simple mecanismo retentivo, propio de la memoria, sino una verdadera presencia que aseguraba la trascendencia sobre la muerte, la legitimidad política y el orden jurídico.
El estatuto neoplatónico de la imagen medieval como visión, presencia y condensación, símbolo o su condición de icono venerable, quedó cuestionado con la aparición del naturalismo y la idea del arte como fabricación narrativa y ficcional. Desde entonces, toda imagen es considerada una illusio o interpretación artificial de la realidad. No obstante, como impronta sagrada, la imagen aún requiere e incorpora las funciones inherentes de culto o las formas del rito o la magia. En esta mesa la pregunta gira en torno a cómo el culto que se tributa a ellas proveé de principio controlador ante el caos o las fuerzas de la naturaleza, y cómo es que se activan pues las imágenes. En este sentido,son temas a explorar la ambientación a través de la cual se celebra la liturgia (música y canto, ornamento), aquello que hace posible las ceremonias de poder (investidura de insignias, intermezzi), la compleja noción de ixpitla, así como el uso de la escultura, la pintura rupestre y mural como mediadores.
Mesa IV. Documento y Monumento: "Imágenes históricas"
La imagen es "la evocación de una idea" (poesis): una ordenación de unidades expresivas internas o externas, propias o ajenas, con capacidad de describir, denotando o connotando. Incluso, en su estatuto de representación, la imagen puede acreditarse como información o memoria "objetiva", que transita del pasado al presente. La idea de la imagen como evidencia o al menos como un indicio o reflejo del tiempo, permite pensar que, la imagen "histórica" es producto de la configuración de un universo subjetivo. Uno que, a partir de la realidad, realiza construcciones en su ficción discursiva y refleja proyecciones personales o culturales, como por ejemplo acaece en la columna de Trajano o en la escultura maya clásica. También debemos reconsiderar el crédito que otorgamos a las imágenes fotográficas o electrónicas como imágenes históricas.
En términos históricos, la imagen es una huella tangible del pasado, un instrumento de conocimiento icónico. Las imágenes arquitectónicas comulgan con estos preceptos de huella, olvidando la inherente calidad funcional del espacio programado. Así la arquitectura ofrece también una imagen que se extiende más allá de ser un espacio practicable, en su caso a nivel de concepto urbano idealizado (visiones utópicas). Más allá aún: cosmovisión y órdenes urbanos desde la época precolombina hasta la moderna deben ser considerados.
Mesa V. Imágenes e imaginarios: recurso y discurso
El principio de similitud, que busca la coincidencia entre "apariencia" y "verdad", hace que toda representación de la realidad se corresponda con una idea o "entidad mental", que existe sólo dentro de la conciencia o del sujeto que la piensa y observa. Por un lado, las imágenes como los sueños (imágenes oníricas), alucinaciones mentales, visiones o pulsiones libidinales al interior del cuerpo humano requieren modelos psicofisiológicos para ser entendidas: las teorías humorales (melancolía), las psicológicas y las que dan importancia a las potencias del alma, a saber la imaginación, fantasía y memoria. Asimismo, las imágenes generadas por los sentidos y las manifestaciones que alteran la percepción deben ser consideradas.
Por el otro, la imagen presenta estrategias ficcionales o ilusorias para modelar la realidad. En su papel de principal generadora de las identidades culturales, la imagen otorga calidad de "cuerpo" a las sociedades y hacen ostensibles nociones como comunidad, territorio e instituciones. Y las "ideas" de Dios, América, la ley, la nación, el estado se formulan en entornos espaciales y dramáticos; son referencias culturales o emblemas de una identidad colectiva que se hacen tangibles como cuerpo, institución o como ideología (periódicos o imágenes en la prensa, caricatura), así como la noción del individuo y su autorepresentación en la sociedad. En ello se explorará cómo las imágenes han de entenderse como imaginarios inherentes a la misma "sociedad del espectáculo" que impone estrategias comunicativas configuradoras de la realidad.
Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM
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