Enrique Guzmán (1952-1986)
Homónimo
del conocido cantante-rockanrolero de origen venezolano
y del exbailarín del Ballet Nacional de México,
radicado en Nueva York, este Enrique Guzmán, el
artista, el pintor, nace en Guadalajara, Jalisco, en 1952.
A los quince años (1969) ingresa al Instituto Aguascalentense
de Bellas Artes donde obtiene un segundo premio con
el collage Desmembramiento, el cual
le da la oportunidad de viajar a la Ciudad de México
a estudiar. Este reconocimiento le mereció asimismo
la atención de la prensa local, en específico El
Heraldo de Aguascalientes, con encabezados como “Joven
pintor de Aguascalientes a San Carlos” (sic)
o “Gran proyección cultural” de Enrique
Guzmán(16 de junio de 1969).
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Ya en la capital del país ingresa en la Escuela Nacional de Pintura,
Escultura y Grabado La Esmeralda. En 1972 y 73 obtiene el primero
y segundo lugares en el VII y VIII Concurso Nacional de Pintura Estudiantil
de Aguascalientes con las obras Conocida señorita del Club,
llegada de la felicidad, retratándose con sombrilla y El
deseo entra por la ventana, respectivamente. De 1973 a 1976 monta
exposiciones individuales en las galerías Pintura Joven y Arvil
en la Ciudad de México. Desde 1969 participa en diversas exposiciones
colectivas patrocinadas por el Instituto Nacional de Bellas
Artes.
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Enrique
Guzmán fue considerado por Teresa del Conde y Carlos Blas Galindo
pionero del nuevo mexicanismo. Su obra reflejó las inquietudes
de los jóvenes de ese tiempo por los temas abordados, las soluciones
pictóricas y el eclecticismo estilístico, característico
del artista. Destacó su habilidad para provocar en el espectador
diferentes sensaciones que apelaban a lo irracional a través de
representaciones de lo absurdo y el caos. Se valió de la estética
de lo grotesco, lo trivial, lo típico, lo siniestro, lo terrorífico,
lo sarcástico, lo nefasto, lo irónico, lo horrendo, lo feo,
lo cursi y lo dramático. Éstas categorías respondieron
a su percepción del entorno y a una actitud crítica y politizada
que se reflejó en obras como ¡Oh! Santa bandera (1977).
En el caso de Enrique Guzmán, el rescate de los símbolos
nacionales respondió a una postura anti-oficial que manifestó a
través de la alteración de la iconografía y el afán
por su resignificación.
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Al respecto, Carlos Monsiváis anotó: “Por
el momento, la descripción me resulta el único
camino interpretativo hacia la obra de Enrique Guzmán.
En su caso, los símbolos apuntan al descubrimiento
de otros símbolos que se disuelven entre símbolos.
(…) Uno no advierte en Guzmán (…)
la elaboración del inconsciente ni las necesidades
ingeniosas de la fantasía. (…) Del Kitsch, de
esa derivación estética del mal gusto ostentoso,
da la impresión Guzmán de haber extraído
más de una lección. Él asume este
territorio iluminado a mano y le va dando al mal gusto
una intencionalidad, va rodeando a los emblemas de obsesiones,
va integrando sus obsesiones en una órbita de ascensos
y descensos, en un espacio donde un hombre se enamora de
su reflejo (¿cuál es el hombre y cuál
es el reflejo?), donde la más adecuada naturaleza
muerta –en un panorama de romances presididos por
excusados– es una botella de Tehuacán y un
destapador.”
A finales de los años setenta surgió en el ámbito de las
artes plásticas, en específico en muestras de arte joven, una reflexión
en torno al concepto de la “mexicanidad”. No fue un fenómeno
aislado ni una coincidencia; tampoco un movimiento preconcebido u organizado.
Los críticos del arte le llamaron “nuevo mexicanismo” o “nuevo
nacionalismo”, fenómeno de alguna manera semejante y en contraposición
al de la Escuela Mexicana de Pintura de los años veinte, fruto de la Revolución
Mexicana.
El rescate de la iconografía patria, religiosa, popular, costumbrista,
urbana y rural de la historia de nuestro país, común en el neomexicanismo,
respondió a una crisis de valores y a la necesidad de reivindicar lo propio
como método de identificación. Lo anterior propició que
artistas como Enrique Guzmán se avocaran a lo figurativo como una forma
de apego a la realidad a través de lenguajes diferentes, con intenciones
que oscilaron entre la crítica, la introspección, la retórica,
la parodia y hasta por intereses meramente mercantilista.
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El neonacionalismo en las artes plásticas emana
del posmodernismo, fenómeno sociohistórico
concebido a finales de los años cincuenta en Europa,
específicamente en Francia, ante la desvalorización
de los sistemas ideológicos que dan sustento a la
modernidad. Los artistas posmodernistas encuentran placer
en rescatar la iconografía de la cultura popular
y cotidiana en sustitución de la llamada “alta
cultura”. Guzmán fue uno de los primeros artistas
en consolidar una versión local del posmodernismo.
En México ésta corriente se hace presente
a mediados de los años ochenta pero transformada
y dotada de un carácter local, y permeada por la
aguda crisis económica que atravesó el país
durante esos años (las devaluaciones de 1982 y 1987)
y que perjudicó los bolsillos de la gran mayoría
de los mexicanos, detonador de la creciente e irreversible
desilusión en la modernidad plasmada en las representaciones
icónicas y simbólicas de creadores como Guzmán.
Ese entusiasmo hacia la cultura nacional fue compartido por otros artistas y
se concretó en proyectos colectivos o grupos de producción artística
desde finales de los años setenta como Tepito-Arte Acá y Peyote
y la compañía, este último fundado por Adolfo Patiño
y en el cual también participó Guzmán.
Enrique Guzmán se suicidó el 8 de mayo de 1986, en Aguascalientes.
Se ahorcó en el cuarto de la casa familiar en la cual vivía y pintaba
desde que había vuelto a la ciudad de su infancia. Tenía treinta
y tres años, la misma edad de Cristo cuando fue crucificado. Oliver Debroise
afirma que Enrique Guzmán “fue uno de los pocos pintores interiores
en nuestra época de gritos, manifiestos y desplantes: sólo podría
equipararlo con Agustín Lazo, saturniano como él, afecto también
a los símbolos, a las metáforas visuales y a las yuxtaposiciones
irónicas con las que intentaba mostrar el desgaste de la insatisfacción”.
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Para intentar comprender la agonía interior del
malogrado Guzmán, anotamos los comentarios de Karen
Cordero Reiman a la obra Enigma (1974) del artista
jaliciense: “Enigma recoge una práctica
obsesiva y cada vez más común: la de la mutilación
autoimpuesta, que provoca en su realización una
efímera experiencia erótica. Su close-up de
la penetración de la cara con pequeños alfileres,
nos involucra directamente en una vivencia del dolor provocado.
A diferencia de los martirios de los santos coloniales
que permiten una lectura simbólica, aquí se
compenetran de manera inextricable la experiencia subjetiva
y objetiva: la obra exige una lectura simultánea
de la representación corporal como mimesis y metáfora.”
Entre otras obras, se pueden mencionar las siguientes:
Desmembramiento (1969), Consejos
de papá (1971), La felicidad (1971), Homenaje a la fotografía (1972), Un
perro (1972), La sorpresa (1972), La niña del columpio (1973), Paisaje (1973), Niño
con pelota (1973), El deseo entra por la ventana (1973), Retrato
de Francisco de Hoyos (1973), Marimba o sueño (1973), Música
para solitarios (1973), Sonido de una mano aplaudiendo o marmota herida (1973), Conocida
señorita del club, la llegada de la felicidad con sombrilla (1973), Zapato (1973), Imagen
milagrosa (1974), Desnudo (1974), Naturaleza muerta (1974), Espera (1974), La
razón en el espejo (1974), Reflexionando (1974), Enigma (1974), El
jugo del amor propio (felicitaciones) (1974), Reflejos (1974), La
fugacidad estática del tiempo (1975), Plataforma con señal (1975), Vértigo (1975), Estructura (1975), La
fugacidad estática del tiempo (1975), Paisaje interior (1975), Restos
del tiempo (1975), Autorretrato (1976), El principio del final (1976), El
destino secreto (1976), Hombre flotando (1976), Interior (1976), Transmutaciones (1976), Caída (1976), Objetos (1976), Sacrificio (1976), El
melancólico (1977), Hombre dormido (1977), La patria (1977), ¡Oh!
Santa bandera (1978), El mar (1977), Día patrio (1978), El
vicio y la virtud (1978), Paraíso perdido (1979), Hombre
sentado (1979), Patio de menstruación (1979), Monumento (1979), Estructura (1979), Mar (1973), Adán
y Eva (1980), Paisaje con pelota (1980).
Inserción en Imágenes: 11.09.06.
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